Si la mente no es el cerebro ni ninguna otra parte del cuerpo, entonces, ¿qué es? Es un continuo inmaterial cuya función es percibir y comprender objetos.
Debido a que la mente no es un fenómeno físico y carece de forma, los objetos materiales no pueden obstruirla. Para que nuestro cuerpo llegue a la luna tiene que viajar en una nave espacial, mientras que la mente puede desplazarse a ese lugar en un instante sólo con el pensamiento. El conocimiento y la percepción de los objetos es función exclusiva de la mente.
Aunque decimos «Yo sé esto o aquello», en realidad, es nuestra mente la que aprehende los objetos. Conocemos los fenómenos con la mente.
Hay tres clases de mente: burda, sutil y muy sutil.
Las mentes burdas son las consciencias sensoriales, como la visual y la auditiva, y todas las perturbaciones mentales intensas, como el odio, los celos, el apego y la ignorancia del aferramiento propio. Estas mentes burdas están relacionadas con los aires internos burdos y pueden reconocerse con relativa facilidad. Cuando nos dormimos o al morir, las mentes burdas se disuelven en nuestro interior y se manifiestan las sutiles.
Estas últimas están relacionadas con los aires internos sutiles y son más difíciles de reconocer que las burdas. Durante el sueño profundo y al final del proceso de la muerte, los aires internos se disuelven en el centro de la rueda de canales o chakra del corazón, dentro del canal central, y entonces se manifiesta la mente muy sutil, la mente de luz clara.
La mente muy sutil está relacionada con el aire interno muy sutil y es muy difícil de reconocer. El continuo de la mente muy sutil no tiene principio ni fin.
Esta es la consciencia que viaja de vida en vida y que, si purificamos por completo mediante la meditación, se convertirá en la mente omnisciente de un Buda.
Nuestro cuerpo y nuestra mente son entidades distintas y, por lo tanto, aunque el cuerpo se desintegre después de la muerte, el continuo mental permanece intacto. La mente no cesa, sino que se separa del cuerpo y viaja a la vida siguiente.
En el caso de los seres ordinarios, en lugar de liberarnos de nuestras penas, la muerte sólo nos trae nuevos sufrimientos. Debido a que no comprenden esto, numerosas personas, incapaces de soportar más sufrimiento, se suicidan.
Debido a que la mente no es un fenómeno físico y carece de forma, los objetos materiales no pueden obstruirla. Para que nuestro cuerpo llegue a la luna tiene que viajar en una nave espacial, mientras que la mente puede desplazarse a ese lugar en un instante sólo con el pensamiento. El conocimiento y la percepción de los objetos es función exclusiva de la mente.
Aunque decimos «Yo sé esto o aquello», en realidad, es nuestra mente la que aprehende los objetos. Conocemos los fenómenos con la mente.
Hay tres clases de mente: burda, sutil y muy sutil.
Las mentes burdas son las consciencias sensoriales, como la visual y la auditiva, y todas las perturbaciones mentales intensas, como el odio, los celos, el apego y la ignorancia del aferramiento propio. Estas mentes burdas están relacionadas con los aires internos burdos y pueden reconocerse con relativa facilidad. Cuando nos dormimos o al morir, las mentes burdas se disuelven en nuestro interior y se manifiestan las sutiles.
Estas últimas están relacionadas con los aires internos sutiles y son más difíciles de reconocer que las burdas. Durante el sueño profundo y al final del proceso de la muerte, los aires internos se disuelven en el centro de la rueda de canales o chakra del corazón, dentro del canal central, y entonces se manifiesta la mente muy sutil, la mente de luz clara.
La mente muy sutil está relacionada con el aire interno muy sutil y es muy difícil de reconocer. El continuo de la mente muy sutil no tiene principio ni fin.
Esta es la consciencia que viaja de vida en vida y que, si purificamos por completo mediante la meditación, se convertirá en la mente omnisciente de un Buda.
Nuestro cuerpo y nuestra mente son entidades distintas y, por lo tanto, aunque el cuerpo se desintegre después de la muerte, el continuo mental permanece intacto. La mente no cesa, sino que se separa del cuerpo y viaja a la vida siguiente.
En el caso de los seres ordinarios, en lugar de liberarnos de nuestras penas, la muerte sólo nos trae nuevos sufrimientos. Debido a que no comprenden esto, numerosas personas, incapaces de soportar más sufrimiento, se suicidan.
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